martes, 25 de noviembre de 2014

LA COSECHA

LA COSECHA

En un oasis escondido en medio del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino Hakim se detuvo a abrevar sus camellos y lo vio transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

-         Que tal anciano? le dijo:

-         Muy bien -contestó Eliahu sin dejar su tarea.

-         ¿Qué haces aquí, con este calor, y esa pala en las manos?

-         Siembro dátiles-contestó el viejo.

-         ¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez-  El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Dime, ¿cuántos años tienes?

-          Ochenta, ... pero eso, ¿qué importa?

-          Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Aunque vivas hasta los cien años, difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que siembras. Deja eso y ven conmigo

-          Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos
         dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto...          y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.


Tomado de: El Libro de los Cuentos, Por Diego Palma

viernes, 14 de noviembre de 2014

Una piedra muy valiosa




Una piedra muy valiosa

Había una vez, en el país de las Piedras, una pequeña piedra que estaba empeñada en ser una piedra preciosa para ser importante y admirada por todas las demás.

Por eso tenía en su casa una impresionante colección de disfraces.

Los tenía de Esmeralda, de Rubí, de Zafiro, de Diamante, de Plata, de Oro..

Eran reproducciones casi exactas. Cuando se los ponía, parecían realmente auténticos.

Y a esto había que añadirle lo bien que interpretaba la pequeña piedra su papel. Si iba de Esmeralda, hablaba como las Esmeraldas,caminaba como las Esmeraldas, se comportaba como las Esmeraldas... No había detalle que se la escapara y que la pudiera delatar.

Pero tenia que tener cuidado en una cosa; no podía darle directamente la luz del sol, porque entonces descubrirían que no era transparente como las auténticas Esmeraldas. Lo mismo le ocurría con los disfraces de Rubí, Zafiro y Diamante.

Así que solo se los ponía por la noche o al atardecer. Por el día se disfrazaba de Plata o de Oro. Aunque con estos disfraces tenía peligro contrario; si dejaba de darles la luz del Sol, dejaban de parecer Plata y Oro auténticos. Sin embargo, la pequeña piedra lo tenía todo muy controlado.

Y así fue pasando su vida. Nadie se dio cuenta del engaño. Los que la conocían como Esmeralda le tenían una gran admiración y aprecio. Y lo mismo ocurría con los que la conocían como Diamante, como Oro, como Zafiro, como Rubi o como Plata.

Pero un día estando la piedra tomando el sol disfrazada de Oro, un hombre que pasaba por allí quedó deslumbrado con su brillo y la cogió. Al ver que era de Oro, dio un salto de alegría y fue corriendo a ver a un joyero para que le dijera cual era su valor. Pero cuando el joyero la examinó vio que era una simple piedra cubierta con una funda dorada. Entonces el hombre, desilusionado, la cogió y la tiró por la ventana.

Al caer al suelo, la piedra se rompió en mil pedazos, y sorprendentemente, dejó al descubierto que su interior había estado ocupado por un Diamante de gran calidad y de valor incalculable.

Un Diamante verdaderamente hermoso que nunca había podido salir a la luz, porque la pequeña piedra se empeñó toda su vida en imitar a otras para ser valiosa e importante.


“Si eres una pequeña piedra déjate brillar por lo que eres, no necesitas máscaras. Eres un diamante único de un valor incalculable”

                                                                                                      Autor desconocido.

viernes, 7 de noviembre de 2014

DE CARRETAS Y DE HOMBRES



DE CARRETAS Y DE HOMBRES

 Mi padre se detuvo en una curva, y después de un pequeño silencio me preguntó:

- Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: 
Estoy escuchando el ruido de una carreta.

- Eso es -, dijo mi padre, - Es una carreta vacía. 
Pregunté a mi padre: 
-¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si  aún no la vemos? 
Entonces mi padre respondió: 
Es muy fácil saber cuándo una  carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. 
Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona  hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todo el  mundo, inoportuna, presumiendo lo que tiene, siendo  prepotente y maltratando a la  gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:

"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace" 
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.
Tomado de:  http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:c3L5hEV-tbcJ:www.holistica2000.com.ar/Pensamientos/de-carretas-y-de-hombres.html+&cd=1&hl=es-419&ct=clnk

martes, 28 de octubre de 2014

ASÍ ES MI NATURALEZA

ASÍ ES MI NATURALEZA

Un maestro oriental que vio cómo un escorpión se estaba ahogando decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el escorpión lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, el animal cayó al agua y de nuevo empezó a ahogarse.
El maestro intentó sacarlo otra vez y otra vez el escorpión lo picó...
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
"Perdone, ¡pero usted es terco!
¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua, el escorpión lo picará?
El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar a los demás".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

Moraleja:
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad, otros la crean. Tenlo presente siempre.
Que la conducta y las acciones de otras personas jamás condicionen las tuyas, nunca cambies tu esencia.
Si una rosa cambiara su esencia, dejaría de ser rosa.
Si tú cambiaras tu esencia dejarías de ser tú.
El crecer o madurar no implica cambiar tu esencia.
Recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas..., así que cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y un razones por las cuales sonreír...

Tomado del libro de los cuentos por Diego Palma.