RANA
DE POZO
(Tomado del libro "Salió el
sembrador" de Carlos Vallés, s.j.)
En un pozo
profundo vivía una colonia de ranas. Allí llevaban su vida, tenían sus
costumbres, encontraban su alimento y croaban a gusto haciendo resonar las
paredes del pozo en toda su profundidad.
Protegidas por
su mismo aislamiento, vivían en paz y sólo tenían que guardarse del cubo que,
de vez en cuando, alguien echaba desde arriba para sacar agua del pozo. Daban
la alarma en cuanto oían el ruido de la polea. Se sumergían bajo el agua o se
apretaban contra la pared. Allí esperaban, conteniendo la respiración, hasta
que el cubo, lleno de agua, era izado otra vez y pasaba el peligro.
Fue una rana
joven a quien se le ocurrió pensar que el cubo podría ser una oportunidad en
vez de un peligro.
Allá arriba se
veía algo así como una claraboya abierta, que cambiaba de aspecto según fuera
de día o de noche, en la que aparecían sombras y luces, formas y colores, que
hacían presentir que allí había algo nuevo y digno de conocerse.
Y, sobre todo,
estaba el rostro con trenzas, de aquella figura bella y fugaz que aparecía por
un momento sobre el brocal del pozo al arrojar el cubo y recogerlo todos los
días en su cita sagrada y temida.
Había que
conocer todo aquello.
La rana joven
dijo lo que pensaba y todas las demás se le echaron encima:
Eso nunca se ha
hecho. Sería la destrucción de nuestra especie. El cielo nos castigaría. Te
perderás para siempre. Nosotras hemos sido hechas para estar aquí, y aquí es
donde estamos bien y podemos ser felices.
Fuera del pozo
no hay más que destrucción. Que nadie se atreva a violar las leyes de nuestros
antepasados. ¿Es que una rana jovenzuela de hoy puede saber más que ellos?
La rana joven
esperó pacientemente la próxima bajada del cubo. Se colocó estratégicamente,
dio un salto en el momento en que el cubo comenzaba a ser izado y subió en él
ante el asombro y horror de la comunidad batracia.
El consejo de
ancianos excomulgó a la rana prófuga y prohibió que se hablara de ella. Había
que salvaguardar la seguridad del pozo.
Pasaron los
meses sin que nadie hablara de ella y nadie, tampoco, pudiera olvidarla, cuando
un buen día se oyó un croar familiar sobre el brocal.
Se agruparon
abajo las curiosas y vieron recortadas contra el cielo, en el borde del pozo,
la conocida silueta de la rana aventurera. A su lado apareció la silueta de
otra rana, y a su alrededor se agruparon siete pequeños renacuajos. Todos
miraron sin atreverse a decir nada, cuando la rana habló:
"Aquí
arriba se está maravillosamente. Hay agua que se mueve, no como allá abajo. Hay
unas fibras verdes y suaves que salen del suelo y entre las que da gusto
moverse, y hay muchos bichos pequeños muy sabrosos y variados, y cada día se
puede comer algo diferente. Y luego, hay muchas ranas de muchos tipos
distintos, y son muy buenas. Yo me he casado con esta que está aquí a mi lado,
tenemos siete hijos y somos muy felices. Y aquí hay sitio para todas porque
esto es muy grande y nunca se acaba de ver lo que hay allá lejos.
Desde abajo las
fuerzas del orden advirtieron a la rana que, si bajaba, sería ejecutada por
alta traición.
Ella dijo que no
pensaba bajar y que les deseaba a todas que la pasaran bien, y se marchó con su
compañera y los siete renacuajos.
Abajo en el pozo
hubo un revuelo, hubo algunas ranas que quisieron comentar la propuesta, pero
las autoridades las acallaron enseguida; y la vida volvió a la normalidad de
siempre en el fondo del pozo.
Al día
siguiente, por la mañana, la niña de trenzas rubia se quedó asombrada cuando al
sacar el cubo con agua del pozo, vio que estaba lleno de ranas.
Reflexión: En
sánscrito, hay una palabra compuesta para una persona estrecha de miras, que se
conforma con oír lo que siempre ha oído y hacer lo que siempre ha hecho, lo que
hace todo el mundo y lo que, según parece, han de hacer todos los que quieren
seguir una vida tranquila y segura. La palabra es Kupmanduck (rana de pozo) ha
pasado del sánscrito a las lenguas hindúes modernas, en la que se usa con el
mismo sentido. A nadie le gusta que se las digan.
Aún así, el
mundo está repleto de pozos llenos de ranas, y niñas de trenzas rubias siguen
llevándose sustos de vez en cuando por la mañana.
Tomado del libro de los cuentos por Diego
Palma

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimado (a) lector, déjanos un comentario: